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[quote="No dieta"]Una dieta para no cerrar la boca La nutricionista Mónica Katz plantea un enfoque distinto para adelgazar. Abre la posibilidad de darse ciertos permisos a la hora de comer, para que el placer no se transforme en estrés. "Las dietas no funcionan. A fines del siglo XIX hubo una avalancha de propuestas mágicas, como la dieta de la luna o de los siete colores que prometían a quien las pudiese seguir al pie de la letra un cuerpo esbelto, sin kilos de más. Pero no funcionaron", esgrime Mónica Katz, médica nutricionista, directora del curso de posgrado de Nutrición Clínica de la Fundación Favaloro. Parte del secreto del éxito en la vida consiste en comer lo que a uno le gusta, y dejar que los alimentos se arreglen entre ellos allí adentro". Lo escribió Mark Twain en el 1900 y Katz lo cita en su libro "No dieta", que acaba de lanzar Libros del Zorzal. En su libro la doctora realiza un planteo revolucionario: elogia el placer de comer. "Cuando planteo que las dietas no funcionan no me refiero a dejar libradas a nuestro antojo las ganas de comer, la calidad y la cantidad de alimentos: hablo de encontrar un estilo alimentario saludable, placentero y sustentable; un nuevo abordaje basado en la libertad de postergar o no nuestro deseo y en el elogio del placer". -¿De qué modo llegó a esa conclusión? -Durante 22 años formé parte del equipo de trastornos alimentarios del hospital Durand, que yo misma fundé. Allí aprendí mucho. Los diabéticos fueron quienes me señalaron el camino. Comencé a darles un bombón todos los días y les ajustaba la cantidad de insulina. Así fue como en 1984 les legalicé el placer a los diabéticos. Lo hacía, pero no me animaba a contarlo. Incluso, algunos pacientes lo tomaban como una cargada. Tenían tan internalizada la prohibición que pensaban que les estaba tomando el pelo cuando les indicaba que comieran un dulce. -¿Lo hacía en contra de lo que le habían enseñado? -Es así. Mis maestros me enseñaron: cerrá la boca y andá al gimnasio. No ingieras las cuatro P: pastas, papas, pan y postres. Y cuando bajes, te doy lo que te gusta. Debo confesar que yo ‘hambrié’ gente. Y por suerte descubrí el fracaso de ese método. El hambre podemos sostenerlo exitosamente durante un período corto de tiempo, para un objetivo concreto. Pasada dicha motivación, el hambre ganará y los kilos perdidos volverán. Realizar una dieta de hambre sólo nos prepara, primero para el descontrol y luego para el fracaso. Privarnos del placer estresa y genera mayor deseo de aquello que evitamos. - ¿Cuál es la clave? - Comer bien, rico, pero poco. Al estilo francés. No privarnos de lo que nos gusta. Siempre a mis pacientes les pregunto cuál es su plato favorito y se los incluyo en su menú. La mayoría son dietantes crónicos, que ya han pasado por cuantas dietas habidas y por haber. Se presentan como expertos en dietas, pero en realidad la mayoría de ellos son expertos en fracasos. Pero a pesar de su experiencia esperan nuevamente una dieta mágica, rápida y que por fin funcione. Esta idea es la que justamente debe ser modificada. Es que las dietas tradicionales, muy bajas en calorías, las dietas de hambre, aquellas que proclaman la abstinencia, que eliminan nuestros alimentos preferidos, no funcionan. - ¿Y qué es lo que funciona? - El derecho a comer y sentir placer. Hoy se está hambreando gente en la riqueza. El hambre disminuye la masa encefálica y aumenta el estrés. Es un crimen lo que se está haciendo. Pero, sin dudas, no hacer dieta tiene pautas. Saber que cada cena no es la última cena. Si elijo desde el sí, no desde la prohibición, puedo postergar el deseo. Hoy el comer está planteado como un ilícito. Por eso mismo, hay que elegir desde el placer. Es importante crear un ambiente seguro, diferenciar hambre real y emocional y reconocer nuestros monólogos cómplices que nos permiten comer aún sin hambre real. CC[/quote]
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Autor
Mensaje
No dieta
Publicado: Mie Nov 05, 2008 9:42 am
Título del mensaje
: Las dietas para perder peso
Una dieta para no cerrar la boca
La nutricionista Mónica Katz plantea un enfoque distinto para adelgazar. Abre la posibilidad de darse ciertos permisos a la hora de comer, para que el placer no se transforme en estrés.
"Las dietas no funcionan. A fines del siglo XIX hubo una avalancha de propuestas mágicas, como la dieta de la luna o de los siete colores que prometían a quien las pudiese seguir al pie de la letra un cuerpo esbelto, sin kilos de más. Pero no funcionaron", esgrime Mónica Katz, médica nutricionista, directora del curso de posgrado de Nutrición Clínica de la Fundación Favaloro.
Parte del secreto del éxito en la vida consiste en comer lo que a uno le gusta, y dejar que los alimentos se arreglen entre ellos allí adentro". Lo escribió Mark Twain en el 1900 y Katz lo cita en su libro "No dieta", que acaba de lanzar Libros del Zorzal.
En su libro la doctora realiza un planteo revolucionario: elogia el placer de comer. "Cuando planteo que las dietas no funcionan no me refiero a dejar libradas a nuestro antojo las ganas de comer, la calidad y la cantidad de alimentos: hablo de encontrar un estilo alimentario saludable, placentero y sustentable; un nuevo abordaje basado en la libertad de postergar o no nuestro deseo y en el elogio del placer".
-¿De qué modo llegó a esa conclusión?
-Durante 22 años formé parte del equipo de trastornos alimentarios del hospital Durand, que yo misma fundé. Allí aprendí mucho. Los diabéticos fueron quienes me señalaron el camino. Comencé a darles un bombón todos los días y les ajustaba la cantidad de insulina. Así fue como en 1984 les legalicé el placer a los diabéticos. Lo hacía, pero no me animaba a contarlo. Incluso, algunos pacientes lo tomaban como una cargada. Tenían tan internalizada la prohibición que pensaban que les estaba tomando el pelo cuando les indicaba que comieran un dulce.
-¿Lo hacía en contra de lo que le habían enseñado?
-Es así. Mis maestros me enseñaron: cerrá la boca y andá al gimnasio. No ingieras las cuatro P: pastas, papas, pan y postres. Y cuando bajes, te doy lo que te gusta. Debo confesar que yo ‘hambrié’ gente. Y por suerte descubrí el fracaso de ese método. El hambre podemos sostenerlo exitosamente durante un período corto de tiempo, para un objetivo concreto. Pasada dicha motivación, el hambre ganará y los kilos perdidos volverán. Realizar una dieta de hambre sólo nos prepara, primero para el descontrol y luego para el fracaso. Privarnos del placer estresa y genera mayor deseo de aquello que evitamos.
- ¿Cuál es la clave?
- Comer bien, rico, pero poco. Al estilo francés. No privarnos de lo que nos gusta. Siempre a mis pacientes les pregunto cuál es su plato favorito y se los incluyo en su menú. La mayoría son dietantes crónicos, que ya han pasado por cuantas dietas habidas y por haber. Se presentan como expertos en dietas, pero en realidad la mayoría de ellos son expertos en fracasos. Pero a pesar de su experiencia esperan nuevamente una dieta mágica, rápida y que por fin funcione. Esta idea es la que justamente debe ser modificada. Es que las dietas tradicionales, muy bajas en calorías, las dietas de hambre, aquellas que proclaman la abstinencia, que eliminan nuestros alimentos preferidos, no funcionan.
- ¿Y qué es lo que funciona?
- El derecho a comer y sentir placer. Hoy se está hambreando gente en la riqueza. El hambre disminuye la masa encefálica y aumenta el estrés. Es un crimen lo que se está haciendo. Pero, sin dudas, no hacer dieta tiene pautas. Saber que cada cena no es la última cena. Si elijo desde el sí, no desde la prohibición, puedo postergar el deseo. Hoy el comer está planteado como un ilícito. Por eso mismo, hay que elegir desde el placer. Es importante crear un ambiente seguro, diferenciar hambre real y emocional y reconocer nuestros monólogos cómplices que nos permiten comer aún sin hambre real. CC
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